Durante esta pandemia, a veces sientes que la discusión y las peleas en casa parecen nunca terminar. Entonces se te viene a la mente la expresión "conflictos familiares".
Tal vez también has leído en internet que los desacuerdos no son ni buenos ni malos y que son parte de lo normal de vivir en familia. Pero ¿qué de cierto tiene esa afirmación y sobre todo en estos tiempos?
En este artículo te diré la diferencia entre conflicto y confrontación, lo cual te ayudará a entender y comprender por qué es bueno para la familia evitar los conflictos.
La palabra conflicto tiene su origen o etimología en las palabras "golpe" y "pelea", mientras que confrontación se relaciona con "comparar".
Tú y los miembros de tu grupo familiar tienen opiniones y maneras de ser distintas, así como son diferentes sus huellas digitales. Muestran esas diferencias cuando opinan, hacen y conviven en el hogar y al mismo tiempo defienden sus puntos de vista y maneras de ser.
Digamos que te pones frente a los otros para comparar u oponer tu opinión, que los confrontas, que dices lo que piensan sobre determinado problema o situación sin eludirlo y defiendes tu posición o tratas de llegar a un acuerdo.
Pero la confrontación, si no se lleva adecuadamente, puede llegar a transformarse en un conflicto familiar, tomando forma de golpes, peleas, maltrato u ofensas que, en la mayoría de los casos, son producto de actitudes intransigentes.
La confrontación es buena y saludable para el desarrollo familiar, pero esto no quiere decir que los conflictos familiares sean necesarios. Al contrario, pueden ser muy negativos para la familia.
Por ejemplo, es bueno y saludable que un padre machista muestre su manera de ser y exponga sus razones que, según su criterio, justifican por qué debe tener el control familiar y, en consecuencia, se deben respetar sus reglas; pero ese padre también debería respetar las opiniones y las críticas, y estar en disposición de negociar con la familia si su actitud fuera dañina y trajera consecuencias negativas.
Entender y comprender lo anterior te ayudará a evitar conflictos y contribuirá a la buena educación de tus hijos y al bienestar familiar.
1.- Enseña con tu ejemplo los valores familiares.
2.- Escucha y trata de comprender con respeto las opiniones de los demás y exige que te den el mismo trato que tú ofreces.
3.- La familia debe acordar que, aun cuando se llegue a un punto de confrontación, todos deberán tratarse con tolerancia y respeto.
4.- Anímate y anima a tu grupo a tener una mentalidad abierta y a respetar los espacios y tiempos de cada uno.
5.- Presta atención a los conflictos recurrentes y toma, conjuntamente con tu familia, acciones correctivas.
6.- Aprende a decidir si vale la pena o no discutir por un par de zapatos que tu hijo quiere llevar a la escuela (¿en realidad es un tema tan importante que amerite un conflicto?).
En conclusión, la confrontación es saludable para el grupo familiar y no debe significar problemas insuperables, pero mal llevada puede conducir a conflictos familiares con experiencias negativas y consecuencias impredecibles para tu familia.
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